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33 En cambio, el casado ha de preocuparse de los asuntos del mundo y de cómo agradar a su mujer, 34 teniendo así dividido el corazón. Igualmente, la mujer sin marido y la mujer soltera están en mejor situación para preocuparse por las cosas del Señor, dedicándose a él en cuerpo y alma. La mujer casada, por su parte, se preocupa de las cosas de este mundo y de cómo agradar a su marido. 35 Si os digo estas cosas, es por vuestro bien. ¡Lejos de mí pretender tenderos lazo alguno! Sólo quiero que os dediquéis al Señor de manera digna, asidua y sin estorbos.

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